En el año 1954, en un artículo publicado por el diario EL
PAIS de Uruguay, se indicaba que “Montevideo tiene el mayor tesoro cultural de
una civilización que tiene cinco mil años, y casi nadie lo sabe”. Hoy podemos decir que “Montevideo tuvo
el mayor tesoro cultural de una civilización que tiene cinco mil años” y los
que pudimos saber los detalles de esto -no lo suficientemente conocidos y
destacados en la historia de las relaciones entre Uruguay y China- debemos
agradecerle al investigador y escritor uruguayo Alfredo Alzugarat por su obra,
publicada en el 2014, “De la dinastía
Qing a Luis Batlle Berres-La historia de la Biblioteca China en Uruguay”
Lo que Alfredo Alzugarat llama correctamente la “Biblioteca
China” es la “Bibliothèque Sino-Internationale” (中国国际图书馆) (BSI) establecida en Ginebra en
1932 y que comenzó a ser trasladada íntegramente de forma secreta a Uruguay en 1951. Posteriormente,
en 1993, cinco años después del establecimiento de relaciones diplomáticas
entre Uruguay y la República Popular China, su núcleo principal se envió a
Taiwán, también en el mayor de los secretos.
La BSI fue una biblioteca y agencia cultural cuyo objetivo
era mejorar el conocimiento de la vida y la cultura china en todo el mundo.
Llegó a tener más de 200.000 volúmenes de libros -algunos de ellos verdaderas
joyas bibliográficas de la dinastía Ming, aparte por supuesto de la posterior dinastía Qing- además de pinturas, caligrafías,
fotografías o instrumentos musicales.
Toda esta historia está rodeada de acontecimientos y
personajes dignos de un libreto de intriga, suspenso, guerras y espionaje, y me
es imposible hacer el más mínimo de los resúmenes en este blog. Además, no son
pocos los hechos y el papel jugado por algunos de sus principales actores, que
aún no están lo suficientemente claros, o sobre los cuales existen diferentes
versiones o preguntas sin respuesta. Es posible que en próximas entradas de estas "Reflexiones Orientales" me centre en alguno de esos hechos, que pueden además ser encontrados en el libro de Alfredo Alzugarat.
En todo caso, el objetivo ahora es anunciar que del 11 al 13 de abril tendrá lugar en Ginebra el coloquio
internacional “Promoción de la cultura y de las artes chinas, 1930-1950.
Alrededor de la Biblioteca Sino-Internacional de Ginebra” en el cual
participarán importantes académicos e investigadores de la República Popular China, Taiwán, Suiza, Francia, Estados
Unidos... y Uruguay.
En efecto, Alfredo Alzugarat es una de las personalidades invitadas a
este coloquio, y será la primera vez que el tema de la Biblioteca China en
Uruguay sea tratado en un acto académico internacional. Antes de su viaje a
Suiza tuvimos la oportunidad de entrevistarle en estas “Reflexiones Orientales”,
con el deseo de que esta entrevista, y la posterior realización del coloquio de
Ginebra, ayude a dar a conocer y aclarar muchos aspectos de esta apasionante
história. A continuación, el texto completo de la entrevista:
- La
primera edición de tu libro se publicó en el año 2014; y en el
2019 publicaste en la Revista de la Biblioteca Nacional un ensayo
titulado “La Biblioteca Nacional y la Guerra Fría: El episodio de la Biblioteca
China” ¿Cuándo, cómo y por qué surge tu interés por investigar este tema, por
cierto tan apasionante?
- Yo trabajaba en el Departamento de Archivos e
Investigaciones Literarias de la Biblioteca Nacional de Uruguay (BNU) y había
elegido estudiar el Archivo del profesor y escritor José Pedro Díaz. Su Archivo
contenía, entre otras joyas, un diario de juventud, manuscrito, que se vio
necesario transcribir por la numerosa información que podía poseer con respecto
a la Generación del 45, una de las más importantes de este país y de la que
Díaz fue un destacado integrante. En determinado momento tropecé con la sigla
“BSI” de la que no tenía la menor referencia. Por internet supe de su
significado. Allí empezó todo. Yo sabía que una biblioteca china había pasado
por la BNU pero no tenía idea de su importancia. Un viejo funcionario me dijo
que hablara entonces con Carlos Maggi, otro gran integrante de la Generación
del 45 y muy amigo de José Pedro Díaz. El testimonio de Maggi, ya nonagenario
pero de brillante lucidez, fue el mas firme punto de partida. Después, a partir
de mi interés en el asunto, me fue entregada toda la documentación de la BSI
que aún permanecía en la BNU.
- ¿Cuánto
tiempo te llevó la investigación, cuáles fueron tus principales fuentes y tus
mayores dificultades?
- La investigación para que se concretara mi libro duró
alrededor de dos años pero luego de la publicación, continuó hasta ahora,
siempre cosechando nuevos datos. Las principales fuentes, además de Maggi y de
lo que yo llamé Archivo de la BSI, que contiene toda la documentación que quedó
aquí en Uruguay, fue también muy importante para mí el Archivo Histórico Administrativo de la BNU, donde se
conservan todas las gestiones de la misma, incluido los informes de los
directores a los ministros de Cultura. El asunto me obsesionó desde un
principio y, más allá de comprender su magnitud y enorme significado, yo quería
llegar al origen de esta biblioteca y porqué había llegado a Uruguay. Eso me
llevó a investigar la vida de su fundador, Li Yu Ying, cuyo nombre se me
aparecía por todas partes y vinculado a campos muy diferentes, el anarquismo
chino, la importancia de la soja, la caída de la monarquía. Más me internaba en
ese laberinto, más apasionante me resultaba. Mi mayor dificultad era no saber
chino aunque también tuve que valerme de algunos compañeros del Departamento
que conocían a profundidad el idioma francés, que era la lengua franca que
utilizaban los chinos por los años 50 del pasado siglo. Fue decisiva la ayuda
que me prestó el arquitecto chino-uruguayo Cheung Koom Yim, quien en su
juventud había sido usuario de la BSI, y que me transcribió al piyin los
numerosos nombres propios chinos, diferentes según el idioma occidental desde
el que se los expresara, y que provocaban en mí una gran confusión. Debí
estudiar también mucha historia de China, fundamentalmente desde los albores de
la dinastía Qing hasta la Revolución.
Alfredo Alzugarat
- Es
interesante que en el año 1950, cuando con excepción de Suiza y los países
nórdicos en Europa Occidental, prácticamente ningún país occidental reconocía a
la República Popular China, y mucho menos en todo el continente americano, la
BSI piensa en Uruguay para el traslado de la biblioteca completa. Dentro de
América Latina, además, había muchas naciones con una larga historia de
relaciones con el mundo chino, desde siglos atrás, y con relaciones
diplomáticas con la llamada “República de China” establecida en Taiwán. Es por
ejemplo el caso de Argentina. Lo mismo pasaba con otros países de habla
francesa en Europa (Bélgica o Francia) o
incluso con la misma España. ¿Cuál o cuáles fueron los factores que llevaron a
la BSI hasta Montevideo?
- Este es un punto que merece todavía una mayor
profundización. El mayor relacionamiento de Li Yu Ying con Occidente se realiza
a través de Francia, allí estudió en su juventud, fundó una fábrica de
derivados de la soja, creó numerosas instituciones culturales y científicas de
intercambio entre ambos territorios, soñó con unir el enciclopedismo chino con
la Enciclopedia de Diderot, fundó la Universidad Franco China con sede en Lyon,
etc, etc. La lógica hubiera sido que la BSI fuera trasladada a Francia que, aparte
de estos antecedentes y de la cercanía geográfica, reconoció al nuevo gobierno
chino recién a mediados de los años 60. Informaciones recientes, posteriores al
libro, muestran que hacia 1949, cuando tras la Revolución surge la necesidad
imperiosa de trasladar la BSI, esta tenía por destino la ciudad de Nueva York,
donde Li Yu Ying y sus allegados poseían un edificio en el Riverside, a orillas
del Hudson. Hubo prensa neoyorquina que daba como un hecho inmediato el
traslado de la BSI a Nueva York. Con respecto a Latinoamérica, una antigua
funcionaria de la BNU, que trabajó como oficinista en la BSI, me aseguró que la
Biblioteca había sido ofrecida a Argentina, donde había una embajada de China,
pero que Perón la había rechazado. Nunca pude obtener la menor comprobación de
sus dichos. A medida que ha ido avanzando la investigación me he ido
convenciendo y reafirmando que había una necesidad de ocultarla, de esconderla
ante el mundo y sobre todo, ante el nuevo gobierno chino. Los hechos eran tan
recientes que Taiwán tampoco ofrecía seguridad para que se la llevara allí.
Uruguay, en cambio, reunía todas las condiciones: nunca había tenido relaciones
con China y poseía en aquel momento un entorno de estabilidad política y
económica que les brindaba la deseada seguridad de que nadie la reclamaría.
Prueba de lo que afirmo es la llegada de la BSI al puerto de Montevideo sin
aviso público. Según Maggi, Li Yu Ying exigía que todo debía realizarse dentro
del mayor secreto posible. También por esta razón se la inauguró oficialmente
recién en 1967, cuando Uruguay establece relaciones diplomáticas con Taiwán,16
años después de haber llegado al país y de permanecer oculta en sótanos de la
BNU.
- En tu
libro indicas: “Esta es la historia de una biblioteca que quizás nunca debió
haber llegado a Uruguay, y es también la historia de una biblioteca que nunca
debió haberse ido de Uruguay” ¿puedes explicarnos esta reflexión?
- Bueno, con esa oración quise demostrar lo paradójico de la
situación, rayana con lo absurdo incluso. Estaba fuera de toda lógica que la
BSI llegara a Uruguay y permaneciera aquí por más de 40 años,pero quienes
impulsaron de manera entusiasta su acogida, (creo que Maggi fue el principal
impulsor de la misma) tenían la firme esperanza de que la BSI permaneciera para
siempre en Uruguay. Basta leer los documentos a través de los cuales se le
otorgó personería jurídica, las trabas legales ante una posible intención de
retiro de la misma, etc. para convencerse de que la idea era tenerla para
siempre del mismo modo que hoy los más importantes museos europeos poseen
tesoros culturales de grandes civilizaciones del pasado. De haberse concretado
esta ilusión, la permanencia de esta Biblioteca hoy en Uruguay sería de enorme
importancia dado el nivel que ha alcanzado el intercambio económico
principalmente, pero también cultural, con la China Popular.
- También
te preguntas ¿cómo comprender el interés del Estado uruguayo en esta
biblioteca, todos los gastos que se pagaron, sobre todo cuando la biblioteca
nunca pasó a ser propiedad del Estado? ¿Cómo lo explicarías?
- En su mayor parte esto está contestado en la respuesta
anterior. Uruguay, en el comienzo de los años 50 del pasado siglo, estaba
pasando por una etapa de auge y por un
momento debió asomar la idea de que todo le era posible. Éramos la Suiza de
América, había prosperidad económica, éramos hasta campeones mundiales de
fútbol. (Aún hoy se recuerda esa época como “la de las vacas gordas”). Entonces
se pensó que hasta era posible darle refugio y poseer tesoros culturales de una
civilización milenaria como la China y hasta participar activamente de la
Guerra Fría, evitando que esos tesoros “cayeran en las garras o el zarpazo del
comunismo internacional”.
- Tu dices
que “es improbable que China Popular estuviera al tanto del asunto” (de la
presencia en Uruguay de la BSI) y que este tema no fue uno de los puntos
tratados durante las negociaciones para el establecimiento de las relaciones
diplomáticas entre Uruguay y la República Popular China. También destacas que tampoco parece que la embajada de la República Popular pusiese mucho interés en
la BSI cuando aún estaba completa en Uruguay. ¿Es así? ¿A qué lo puedes
atribuir?
- Yo no tengo suficiente información sobre el interés que pudo
o puede tener la República Popular de China sobre la BSI. En el transcurso de
la investigación, tuve ocasión de acceder, vía mail, al contador Enrique
Iglesias, que desde su jerarquía de canciller del Uruguay fue quien llevó
adelante el establecimiento de relaciones con China Popular a mediados de los
años 80, inmediato a la restauración democrática. Me aseguró que él conocía de
la existencia de la BSI, que pensaba que la misma podía ser una condicionante
para el establecimiento de relaciones, pero que nada de eso sucedió. Hoy digo
también que semanas antes, el director de la Biblioteca Nacional, Carlos
Liscano, me contó que había tenido un encuentro ocasional con el contador
Iglesias y que al mencionarle mi investigación, Iglesias le había afirmado que
la BSI había sido uno de los puntos de negociación para el establecimiento de
las relaciones. Al escribir el libro, yo contaba sin embargo como única prueba
documental con el mensaje escrito de Iglesias y opté por dejar entre paréntesis
toda otra versión del asunto. Puede ser algo para profundizar.
- Tengo
entendido que la BSI no fue traslada de forma completa a Taiwán, y que aún
quedan piezas en la Biblioteca de Montevideo. Estas piezas, ¿están organizadas?
¿qué tipo de piezas son? ¿Tienen un espacio especial donde aún pueden ser
visitadas por el público en general? ¿Podrían seguir siendo un elemento de
ayuda para todos aquellos interesados en la cultura china?
- Taiwán, a través de la Oficina de Negocios que aún la
representaba tras la ruptura de relaciones, gestionó para llevarse todos los
libros clásicos de la Antigüedad China, el corazón de la BSI,principalmente las
enciclopedias elaboradas en los comienzos de la Dinastía Qing. Esto significaba
el 65% dela BSI. El resto, que incluía los libros donados por la Sociedad de
Naciones, objetos artísticos como pinturas, tapices, esculturas, instrumentos
musicales, fotografías, una colección de dibujos de niños chinos,etc., aún
permanecen parcialmente en la BNU. La desidia, la falta de control y de
interés, son razones dolorosas que busco para explicarme como la mayor parte de
lo que quedó ha desaparecido. Basta para ello comparar el listado de lo que se
donó al momento del retiro de la BSI y lo que aún se encuentra. Hoy, en la Sala
de Materiales Especiales, se conserva un armario con toda la documentación, la
colección completa de dibujos de niños y otras piezas de la BSI que aún
permanecen. En la entrada de la Sala, a la vista de cualquier persona, pueden
apreciarse tapices, pinturas, muebles, dos instrumentos musicales, un ábaco.
Los miles de libros de la sociedad de Naciones también se conservan aunque no
en su totalidad. Para el acceso a este material se exige una autorización
especial de la Dirección de la BNU y credenciales de investigador.
- El
coloquio que tendrá lugar en Ginebra va a concentrar a destacados estudiosos
del tema provenientes de universidades o bibliotecas, tanto de la República Popular
China como de Taiwán, Suiza, Francia y Estados Unidos, aparte de ti, que serás el
único ponente en español. ¿Podríamos decir que se trata del encuentro
internacional más importante que se vaya a realizar sobre la BSI?
- No solo creo que es muy importante, sino también el único
que yo sepa que se ha realizado sobre la totalidad de su existencia: el período
ginebrino, rico en eventos y publicaciones propias; el pasaje por Uruguay con
todas sus tribulaciones y su permanencia en Taiwán, así como estudios
orientalistas directamente vinculados con la BSI, en especial en lo que tiene
que ver con la difusión de la música china en Occidente. Creo que significará
un salto sustancial en la investigación y conocimiento de esta Biblioteca que
ha sido considerada la mayor joya cultural de China en Occidente.
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Referencias:
"De la dinastia Qing a Luis Batlle Berres : la biblioteca china en Uruguay". Alfredo Alzugarat. Biblioteca Nacional del Uruguay - Departamento de Investigaciones y Archivos Literarios. Primera Edición: 2014. Segunda Edición: 2019. ISBN 978-9974-550-92-6
https://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_Sino-Internacional
https://bibliosinoint.ch/wp/en/symposium/