Este mes se cumplen cincuenta años desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y la República Popular China. Y de ese medio siglo, llevo cuarenta años de mi vida profesional dedicado principalmente a las relaciones entre ambos países.
Como decimos en el encabezamiento de este blog: "esta página pretende reflexionar, contar, compartir pensamientos, historias y experiencias de China, de ayer y del presente"; y por eso no podía dejar pasar por alto este aniversario, y hacer algunas reflexiones.
Concentrándonos en el aspecto económico y comercial, es un hecho que, con el paso de los años, el entusiasmo que algunas empresas e instituciones y la sociedad en general en España mostraron por China y su mercado, en especial desde la década de los años 80 del siglo pasado, ha ido desapareciendo de forma paulatina en los últimos años. Ya no vemos como antes titulares hablando de la "conquista del mercado chino".
Y en cierta medida, ese entusiasmo se ha transformado en un sentimiento de animadversión en la prensa en general, en algunas instituciones y entre algunos llamados "expertos" que hasta hace algunos años atrás apoyaban con entusiasmo el proceso que estaba viviendo la República Popular así como las posibilidades de negocios.
Si me permiten una expresión popular podríamos decir que la República Popular ha pasado a ser para algunos "el malo de la película" y un país que estaría "contra el mundo" y con una política exterior "menos acorde con las normas del orden internacional".
Es verdad que la crisis de la Covid-19, y el tratamiento dado por gran parte de la prensa internacional, ha sido una de las causas de esta situación. Tampoco podemos dejar de indicar que los medios de comunicación chinos han fallado, y lo siguen haciendo, en la tarea de explicar al mundo, en un lenguaje comprensible para los habitantes de diferentes países y regiones, la situación de China y sus políticas.
Sin embargo, y a pesar de eso, creo que dos han sido los motivos principales de este cambio de actitud hacia el país asiático.
En primer lugar, el gran desarrollo económico y social experimentado por China en las últimas décadas, y en especial en los últimos años, la han transformado en un estado fuerte, con una industria muy avanzada. Eso ha hecho que cada vez dependa menos de tecnologías y bienes extranjeros, y por eso la estructura de sus importaciones ha ido cambiando a lo largo de los años. La República Popular ahora fabrica y exporta cosas que en los primeros años de la reforma tenía que comprar del exterior.
Para el mundo en general y España en particular, al tiempo que se fueron cerrando oportunidades de negocio con China, se fueron abriendo otras. La calidad y capacidad de muchas compañías chinas fueron y son, en parte, las verdaderas "trabas" que encontraron muchas empresas españolas para seguir trabajando en ese mercado, o para empezar a hacerlo.
En segundo lugar están los factores políticos. El fortalecimiento de China ha hecho que Estados Unidos y muchos de sus aliados, la vean como una "amenaza" para sus intereses geopolíticos.
Siendo China ya la segunda economía y la primera potencia comercial del mundo, no debería resultar extraño que el país y sus empresas estén muy activos en los mercados internacionales, y en lugares considerados por algunos países desarrollados casi como sus "mercados propios", como puede ser el caso de Africa y América Latina.
Las críticas que se le hacen a China son tan fuertes que ha sido acusada de "colonizar" países de esos continentes. Además, se le critica prácticamente todo: desde el donar vacunas contra la Covid hasta dar becas de estudio.
Lo más "cómico" es que algunos "expertos" critican a China por adoptar en su política comercial internacional instrumentos y formas que la misma España usó en los años 80 y 90 para abrir el mercado chino a sus empresas, como por ejemplo la financiación concesional o la influencia política de las visitas de Estado. Herramientas que España sigue utilizando, con lógica, en otros mercados.
Es también interesante la "preocupación" que muestran EE.UU. y sus aliados por los "derechos humanos" y las "libertades" de la población china y sus acusaciones al Partido Comunista. ¿Acaso en los años 80 o 90, épocas en las cuales los dirigentes occidentales y sus empresas "hacían cola" por entrar a China, el país no estaba dirigido por el Partido Comunista? El sistema político era el establecido en 1949 y es el mismo que se mantiene hasta el presente. Pero en esos años, eso no importaba porque lo principal era el mercado chino y hacer negocios con un país que entonces estaba necesitado de financiación, tecnologías y equipos avanzados.
En esos años un ciudadano chino no tenía la libertad de viajar como turista por el mundo. Es más, si hubiese podido hacerlo, se habría encontrado con una serie de trabas por parte de las autoridades españolas y europeas en general para proporcionarle un visado.
Incluso los que sí estaban autorizados por el gobierno chino a viajar al exterior, por ejemplo empresarios, tenían no pocas dificultades para obtener visados. ¿Alguien se quejaba entonces de la falta de "libertad" de un ciudadano chino para salir de su país? Al contrario, en cierto modo era Occidente quien impedía esa "libertad".
Y hablando de la libertad para salir del país ¿cuántos cientos de millones de ciudadanos chinos estuvieron viajando libremente por todo el mundo antes de la crisis de la Covid, habiendo regresado a China tras terminar sus viajes?
En todo caso, y volviendo al tema de las relaciones económicas bilaterales, todas esas críticas y comentarios negativos sobre China, ¿quieren decir que el panorama para las exportaciones españolas es sombrío y negativo? Las hechos demuestran que no.
La evolución de las exportaciones españolas a China y su peso en el comercio exterior español han mantenido en general una tendencia creciente.
Si hace justo 20 años atrás las ventas españolas no llegaban a los mil millones de dólares (en concreto fueron 796), hace una década, en el 2012, se multiplicaron por más de cuatro alcanzando los 3.785 millones. Y el año pasado llegaron a los 8.013 millones. O sea que en un período de dos décadas se multiplicaron por diez.
Las exportaciones españolas a China se multiplicaron por diez en los últimos veinte años
La República Popular no es, ni mucho menos, uno de los principales mercados para la exportación española. Sin embargo, y al contrario de lo que se dice y escribe muchas veces, tampoco lo es América Latina.
China representa solo el 2 % en el total de las exportaciones españolas. Siendo así, sin embargo, ese porcentaje es mayor que el de cualquier país latinoamericano. En concreto, las ventas españolas a sus dos principales mercados de la región -México y Brasil- representaron, respectivamente, el 1,5 % y el 1,1 % el pasado año.
China representa en las exportaciones españolas en general una posición más importante que la de cualquier país de América Latina
Si con el paso de los años muchas empresas españolas tuvieron que hacer frente a dificultades e incluso abandonar el mercado chino, al mismo tiempo, para otras se comenzaron a abrir las puertas de ese gran mercado.El espectacular desarrollo económico y en especial social que ha experimentado China en las últimas décadas, y la mejora en las condiciones de vida de su población, han abierto desde hace años oportunidades comerciales muy importantes para sectores como la carne de cerdo, el vino, el aceite de oliva o el jamón.
Podemos decir que las perspectivas de crecimiento en las ventas de productos de consumo y agroalimentarios son positivas y por eso el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) junto con otras instituciones oficiales y privadas están desarrollando en China activas campañas de promoción comercial, entre otros sectores, para los vinos o el jamón.
Si, como hemos demostrado, China es, por lo menos como mercado para las exportaciones, más importante que México y Brasil, y las perspectivas de crecimiento de las ventas son positivas, no podemos olvidarnos de lo que podríamos llamar "la joya de la corona" en las relaciones entre ambos países, y nos estamos refiriendo concretamente al tema del turismo.
Aquí se puede dar la combinación perfecta de España como segundo país más visitado en el mundo, y China como primer emisor de turistas antes de la Covid.
Según Jennifer Zhang -CEO de AsialinkSpain- "Los turistas chinos son el mercado que más viaja al exterior y lideran el ranking de gasto por estancia, situándose siete veces por encima del gasto turístico medio del europeo." En este sentido instituciones públicas y privadas de ambos países ya han comenzado a prepararse activamente para el regreso de los turistas chinos.
A las exportaciones y el turismo podríamos agregar el tema de las inversiones y el de la cooperación en terceros países, por lo cual los márgenes para ampliar la cooperación mutua siguen siendo grandes.
Dicho esto, el creciente olor a "guerra fría" que se respira en el mundo, y que poco a poco va afectando no solo a la política sino a la cultura en general, es ya un elemento que puede incidir negativamente en las relaciones económicas y comerciales entre España y China.
Como ya lo hicieron en la década de los 60 y 70, cuando el Presidente Mao aún estaba vivo, Alemania y Francia están mostrando un cierto grado de independencia en su política hacia China, para enfado de Estados Unidos y algunos de sus aliados.
El avance de China es imparable y la decrepitud de EEUU, por lo visto, también. España y la UE debieran ser conscientes de ello, y dejar de actuar bajo las órdenes de EEUU. Ese país imperial no quiere socios, sino lacayos, que acepten incluso, como Alemania, que EEUU le destruya en atentado terrorista el Nord Stream y encima, después, sonreirle complaciente a Biden.
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