Intentando ponerme al día con lecturas atrasadas –cosa que será imposible por la cantidad de buenos libros que tengo en lista de espera- pude por fin leer en chino “Zhou Enlai y América Latina – El redescubrimiento del nuevo continente” (周恩来与拉丁美洲 - 新大陆的再发现) del veterano y experimentado diplomático Huang Zhiliang (黄志良), uno de los pioneros de la diplomacia china con los países de habla hispana.
El libro es fascinante y lo terminé en menos de tres días; es un tesoro de información sobre las relaciones entre América Latina y China desde la antigüedad hasta todo el proceso que llevó al paulatino reconocimiento de la República Popular en el sub-continente más alejado y que más tarde estableció relaciones con el gobierno de la nueva China establecido en 1949.
Sin pretender inmiscuirme en los asuntos internos de China, en mi modesta opinión, este libro debería ser lectura obligatoria para todos los estudiantes, diplomáticos y funcionarios chinos relacionados con nuestro mundo. Sería ideal, aunque es más difícil, que lo pudieran leer todos aquellos en nuestros países de habla hispana interesados en China.
Si bien fue publicado hace mucho tiempo atrás, en el 2003, no ha perdido actualidad ya que como el Primer Ministro Zhou Enlai falleció en el año 1976, toda su carrera y esfuerzos para acercar China a América Latina quedan suficientemente reflejados en la obra.
Sería imposible para mí hacer un buen resumen del mismo ya que no hay una sola página sin algo interesante. Me limitaré, por lo tanto, a destacar algunos de los temas tratados y que me parecen de interés.
En primer lugar, la obra hace un resumen de los contactos históricos bilaterales en la antigüedad. Algunas son teorías aún en fase de discusión académica, y otros son hechos concretos
Entre las teorías, el autor cita la llegada a lo que hoy es México de un budista chino en el s. V de Nuestra Era; o que los habitantes originales de América vinieron de Mongolia. También se menciona la teoría de que Cristobal Colón sabía que iba a venir a China y traía consigo unas credenciales para ser presentadas al Emperador.
Entre lo que son hechos probados está la llegada a México y luego a otros países latinoamericanos, de ciudadanos chinos entre finales del s XVI y la primera mitad del s XVII, a través de la Ruta de la Seda por Mar, que existía entre China-Filipinas-México a través del Galeón de Manila o La Nao de China. Esto es algo bastante conocido.
Aparte de eso, a principios del s. XIX y después de la Guerra del Opio de 1840, decenas de miles de chinos, fueron llevados a América como “culíes”.
En la obra se hace una continua crítica a España y Portugal por su papel durante la conquista y dominación de América Latina.
En cuanto a las relaciones oficiales, durante la última Dinastía Qing se establecen relaciones diplomáticas con Perú (1874), Brasil (1881), México (1899) y Cuba (1902). Tras la revolución republicana de 1911, la llamada “vieja China” establece relaciones diplomáticas con Perú, Brasil, México, Cuba, Panamá, Chile, Bolivia, Nicaragua, Guatemala, República Dominicana, Costa Rica, Argentina y Ecuador. En total, el gobierno del Kuomintang tiene el reconocimiento de 13 países latinoamericanos.
Tras la fundación de la República Popular China en 1949, y sin ningún país latinoamericano que la reconociera hasta 1960, una de las tareas más importantes y difíciles para el nuevo Ministerio de Relaciones Exteriores, es la preparación de estudiantes de español que pudieran luego desempeñarse en la Cancillería. En ese proceso juega un papel muy importante la famosa profesora Chen Chulan.
La primera profesora no-china de español, fue Delia Baranoa, en 1953, esposa del pintor chileno José Venturelli, residentes en China gracias a las gestiones de Pablo Neruda. Un año más tarde vino una profesora rusa y en 1955 llegaron tres profesores españoles refugiados en la URSS tras la Guerra Civil española, entre ellos María Lecea y su esposo Ataúlfo Melendo.
El libro está lleno de sorpresas, por lo menos para mí. Por ejemplo, se cuenta en él que Qiao Guanhua (乔冠华) uno de los diplomáticos más famosos en los años de Zhou Enlai, fue enviado por el Partido Comunista chino a España para participar en la Defensa de Madrid. Qiao –que hablaba inglés, alemán y francés- hizo un curso rápido de español en Francia, pero al final no pudo ir a España debido a la finalización de la Guerra Civil.
En octubre de 1954 Zhou Enlai recibe a Salvador Allende, dirigente del Partido Socialista de Chile. También es un chileno, Pablo Neruda, en 1951, la primera figura pública latinoamericana recibida por el entonces Primer Ministro.
Otro hecho destacable es la visita, en diciembre de 1955, del Cónsul de Uruguay en Hong Kong, que se convierte en el primer diplomático latinoamericano que viaja a la República Popular.
En los años 50, un grupo de países, entre ellos Chile, México o el mismo Uruguay hacen llegar a China el deseo de establecer relaciones comerciales y un contacto directo. El libro comenta las grandes presiones ejercidas por los Estados Unidos, muchas veces a través de gobiernos militares latinoamericanos, para aislar y sabotear los contactos con la “China Roja”. Zhou Enlai, consciente de ello, decide adoptar una política de comprensión, no presión, y el establecimiento de organismos no oficiales –por ejemplo oficinas dedicadas al comercio o delegaciones de la Agencia de Noticias Xinhua-. Al mismo tiempo, en varios países de América Latina se establecen asociaciones de amistad, o culturales con China.
La República de Cuba, tras el triunfo de la Revolución de Fidel Castro, es el primer país de América Latina en establecer relaciones diplomáticas con el gobierno de Beijing. El libro, de 280 páginas, dedica nada más ni nada menos que 50 a las relaciones con la isla. Como anécdota, el establecimiento de relaciones fue anunciado por Fidel Castro en un acto de masas el 2 de septiembre de 1960, algo inédito, según el autor, en la historia de la diplomacia. Ni siquiera los representantes “no-oficiales” chinos presentes en el acto, habían sido advertidos.
Zhou Enlai, junto al Presidente Mao, reciben al “Che” Guevara en Noviembre de 1960. Además, en 1962, Cuba proporciona 18 becas a estudiantes chinos para aprender español en la Universidad de La Habana, y en 1964 la isla recibe a más de cien estudiantes chinos.
Ahora que el español está tan “de moda” en China, creo que es un deber recordar que si en el país asiático se habla y estudia español, es en primer lugar gracias a los esfuerzos y la voluntad del Gobierno chino y en particular de Zhou Enlai, al esfuerzo de muchos estudiantes chinos, a una ciudadana chilena –primera profesora de habla hispana-, a la labor de un grupo de republicanos españoles, y más tarde de latinoamericanos, y también a las acciones de gobiernos como los de Cuba, Chile o México. Todos esos elementos fueron la base para lo que hoy es la lengua de Cervantes en China, y que muchas veces no se mencionan ni recuerdan.
Después de Cuba, Chile es el país al cual se presta más atención en el libro. Chile, donde se izó por primera vez la bandera china en América del Sur, tiene varios “primeros” en las relaciones con China, como bien se definen en el libro. El primer país de América Latina en establecer relaciones diplomáticas con China; el país del cual Zhou Enlai recibió y se entrevistó con más personas; el primer país que, en octubre de 1952, firmó un acuerdo comercial con China; el primer país donde, ese mismo año, se estableció una Asociación de Amistad con China. Chile recibió en 1961 a tres estudiantes chinos de español. También fue el primer país latinoamericano en aprobar la apertura de un organismo permanente de China en Santiago.
A Cuba y Chile le siguen Perú (1971), México (1972), Argentina (1972), Venezuela (1974) y Brasil en el mismo año. Años antes, en 1964, sin embargo, tras el Golpe de Estado militar en Brasil, nueve funcionarios chinos establecidos en San Paulo y Río de Janeiro, en la Agencia Xinhua y una delegación comercial, son detenidos acusados de propagar “la revolución comunista” y estuvieron encarcelados casi un año hasta que fueron expulsados del país.
El libro está lleno de anécdotas sobre en dónde y a través de qué diplomáticos –entre ellos de Rumanía, Polonia, la URSS, Canadá o Pakistán- se establecen contactos y mantienen conversaciones, para el establecimiento de relaciones diplomáticas y se negocian diferentes tipos de acuerdos y comunicados para dejar claro el tema de Taiwán.
En fin, como decía al principio, el libro es un tesoro para “descubrir”, país por país, cómo fue el proceso de acercamiento y posterior establecimiento de relaciones diplomáticas con China en los años de Zhou Enlai; cómo se trató el tema de Taiwán o la intervención de los Estados Unidos para impedir esos acercamientos.
Pablo: deberías pensar seriamente en encarar la traducción de este libro al español; me parece...
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