Me gustaría hacer unas breves reflexiones ante el recientemente fallecimiento de mi padre
No es mi intención tratar un tema personal o familiar en este blog ni escribir una biografía sobre mi padre. Si alguien está interesado en algunos aspectos de su vida pueden dirigirse a este link. Además, para los que leen chino hay una biografía muy completa que puede leerse pinchando aquí Por otro lado estoy preparando una página especial con toda la información y documentos relacionados con su vida.
Me limitaré a destacar su dilatada relación con China, gracias a la cual yo mismo estoy unido a este país prácticamente desde mi niñez.
A principios de los años 60, mi padre Vicente Rovetta Pedroncino funda en Montevideo la editorial y librería "Nativa Libros", desde la cual comienza a distribuir en Uruguay y países vecinos todas las publicaciones (políticas, de literatura y arte, etc.) que se publicaban en español en la joven República Popular.
Comienza así una relación directa con China y es invitado a visitar el país en tres oportunidades: 1966, 1967 y 1971.
En el viaje de 1967 tiene el honor de ser recibido por el Presidente Mao Zedong y el Primer Ministro Zhou Enlai.
En aquellos años no era, como ahora, tan "fácil" y "agradable" ser amigo de China, y el tener relaciones con la República Popular implicaba en muchos casos persecución y represión. Fue así en el caso de mi padre, y también lo fue en el caso de otros compatriotas así como de ciudadanos de muchos países de América Latina.
Aparte de haber sido detenido más de una vez por la policía uruguaya, su librería fue objeto de dos atentados terroristas por parte de fuerzas para-militares ultra-derechistas. En la primera ocasión la librería fue ametrallada, y poco más tarde sufrió un atentado con una bomba.
Por eso a principios de los años 70 decide radicarse en Buenos Aires, donde "revive" "Nativa Libros" y, esta vez desde una oficina de la calle Maipú continúa con la edición de libros y la distribución de publicaciones chinas. Tras el golpe de Estado en Uruguay en el año 1973, al igual que tantos otros miles de compatriotas, es "requerido" (orden de búsqueda y captura) por el Ejército uruguayo. Su "delito": la publicación y distribución de libros considerados "sediciosos".
Tras el establecimiento de la Dictadura en Uruguay, mi madre, mi hermana pequeña, Laura, y yo nos trasladamos a Buenos Aires, mientras que mi hermana mayor, Brenda, que se queda en Montevideo, es arrestada y pasa unos terribles años en manos de los militares.
Al poco tiempo mi padre es arrestado en Buenos Aires y pasa varios meses en la cárcel de Devoto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional encabezado por Isabel Martínez de Perón, sin ningún tipo de acusación. Finalmente es expulsado de Argentina y viaja a Perú donde establece contacto con la Embajada china quien generosamente le ofrece la oportunidad de viajar a la República Popular junto con la familia para trabajar en Beijing, ciudad a la cual llegamos en julio de 1975.
En China trabaja, al igual que mi madre, en las Ediciones en Lenguas Extranjeras, en su caso como corrector de estilo en el semanario llamado entonces Peking Informa.
Tras diez años en China, y luego del retorno de la democracia a Uruguay, regresa con mi madre a Montevideo, donde por tercera vez se dedica, desde una Oficina, a escribir y publicar libros y a distribuir publicaciones chinas.
Al mismo tiempo preside el Centro de Integración Cultural Uruguay-China.
A lo largo de su dilatada vida escribe varios libros relacionados con Uruguay (en especial con el Uruguay rural), América Latina y China. No fue a ninguna universidad, no obtuvo ningún doctorado y fue desde que empezó a trabajar siendo casi un adolescente un autodidacta y "devorador" de libros.
Como consecuencia de esa trayectoria, ya desde niño, tanto en nuestro domicilio como en su librería, que yo visitaba con frecuencia, tuve la oportunidad de establecer una relación indirecta con China, ojeando revistas con fotos que me deslumbraban, oliendo el aroma especial de las publicaciones que llegaban desde Beijing. y del té de jazmín, intentando ingenuamente aprender chino a través de los manuales de enseñanza, familiarizándome con nombres como Mao Zedong, pero también de escritores como Lu Xun, Ba Jin, Mao Dun, y leyendo libros infantiles con leyendas como las de "El Rey Mono" o "El viejo tonto que removió las montañas".
Tras nuestra llegada a Beijing comienza entonces mi relación directa con ese "otro" Oriente. Pude dedicar siete años de mi vida a estudios en dos Universidades del país, y desde 1982 toda mi vida profesional ha estado y está relacionada con el país asiático y con España, en diferentes campos (periodismo, comercio exterior, mundo empresarial)
Mi hermana Laura también estudió en China y hasta ahora trabaja en Uruguay sobre todo en temas relacionados con traducciones e interpretaciones.
Lo que quiero destacar en estas breves reflexiones, y en especial al cada vez mayor número de jóvenes interesados por China, son los siguientes aspectos:
a. Las tremendas dificultades y peligro que implicaba en los años 60 y 70 del siglo pasado tener relaciones con China, ser "amigo" de China. Como en el caso de mi padre, y de otros latinoamericanos, la amistad con China no era por dinero, por fama o por obtener una mejor posición social y tuvo que pagar por esa amistad un alto precio en lo personal, físico y familiar.
b. Ser un verdadero "amigo" de China no implicaba ni implica. ni mucho menos, estar de acuerdo al cien por cien con todo lo relacionado con la República Popular, en especial cuando a lo largo de su historia han tenido y siguen teniendo lugar muchos cambios en el gigante asiático. Los verdaderos "amigos", en mi modesta opinión, son los que no tienen problemas en elogiar las cosas buenas del país, y discrepar abiertamente con cosas con las cuales no se está de acuerdo.
c. China, ese "otro" Oriente, es China; y Uruguay -nuestra República Oriental- es Uruguay. Muchas son las diferencias de todo tipo entre nuestros países, pero también hay aspectos y experiencias de China que pueden servir de referencia para mi pequeño país y toda América Latina; y de la misma manera nuestro mundo latinoamericano también puede tener experiencias que puedan servir como referencia en un país como China.
d. Mi padre no fue ningún "personaje", pero creo modestamente, y aunque aquí pueda resultar parcial, que aportó su pequeño granito de arena para que muchos aspectos de China, no sólo los políticos, sino también su historia, su literatura, su medicina tradicional y un largo etc. se conocieran un poco más en Uruguay y entre nuestros vecinos. De la misma manera, y también muy modestamente, aportó su pequeño granito de arena para que por los menos entre los ciudadanos chinos de habla hispana se conociese un poco más de nuestro país y nuestro continente.
e. Lo poco que soy, si es que soy algo, es gracias a mi padre. En todo caso me queda como herencia su actitud de mantenerse leal a unos principios, de luchar contra todas las dificultades por lo que uno piensa, de leer y estudiar lo mayor posible, y su coherencia entre sus ideas y su vida personal -algo tan "pasado de moda" en estos años.
No quisiera terminar sin agradecer todas las muestras de cariño recibidas de tantas personas y de tantos países, gente que en algunos casos no llegó a conocerlo, y gente que le brindó su amistad, cariño y respeto; al igual que él intentó hacer con ellos.
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