Una vez más entramos, la medianoche del domingo 7, en el
Año Nuevo Chino, que esta vez corresponde al año del Mono. Será mi 40º Año
Nuevo desde que comencé mi relación directa con China y en el fondo, a 10.000
kilómetros de distancia, echo de menos el ambiente festivo, los programas
especiales de la televisión, y las comidas típicas de la festividad.
En mis primeros años en China, más que año nuevo, se le
conocía como Fiesta de la Primavera, ya que marca el comienzo de esa estación
en el calendario lunar chino; y los deseos y saludos eran no para un feliz año
nuevo, sino para una feliz fiesta de la primavera.
Era y es una fiesta con fuertes raíces agrícolas y era allí,
en el campo, donde las celebraciones duraban más días, y los festejos adquirían
un mayor entusiasmo.
Es una fiesta de reunificación familiar, donde se produce el
mayor movimiento de seres humanos del mundo en tan poco plazo de tiempo y las
estaciones de trenes y de autobuses, los aeropuertos, son más que nunca como verdaderos
hormigueros humanos, mientras que las autopistas y carreteras del país viven
atascos kilométricos.
Incluso en los duros años de Mao la Fiesta de la Primavera
era el período de mayores días de vacaciones del año. Mientras que los primeros
de enero, de mayo y de octubre se descansaba sólo un día, para la fiesta de la
primavera los días feriados eran cinco. Era, y sigue siendo, el período del año
donde se comía mejor, las “entidades” distribuían alimentos especiales y muchas de ellas proyectaban películas y obras de teatro,.
China ha cambiado de forma espectacular en estos cuarenta
años, y en algunas cosas sigue siendo la misma. Las ciudades y el campo se siguen tiñendo de rojo –el color de la felicidad- estos días, el transporte de millones
de personas es tema de prioridad nacional, los dirigentes visitan a “las masas”
–en especial a los más desfavorecidos-, los petardos ensordecen el país y los
programas de televisión especiales son motivo de discusión entre la gente y en
los medios de comunicación.
Hay, sin embargo, fenómenos nuevos en estos últimos años. Por
ejemplo, cada vez es mayor el número de personas que pasan estas vacaciones
viajando por el mundo, o la nueva moda de “llévese el chef a casa” para las
familias más adineradas.
En una sociedad donde, en especial en las zonas agrícolas,
no está bien visto el ser soltero a partir de cierta edad, un negocio muy en
alza es el del alquiler de novios o novias para así “tranquilizar” a los padres
y evitar el acoso de familiares y amigos interrogando “por qué no tienes novio
aún”.
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