Recientemente se está hablando mucho sobre el turismo chino hacia España, destacándose con razón las nuevas oportunidades de negocio que se pueden generar, más aún en estos momentos de crisis.
Lamentablemente, en muchos de los temas relacionados con China en España, y después de casi tres décadas de experiencia profesional en las relaciones entre ambos países, no puedo ser muy optimista en este caso. Ojalá me equivoque, y espero que no se repita en este sector, como en muchas otras ocasiones, lo que podríamos llamar la “fiebre china”, o sea un gran entusiasmo y expectativas que luego se deshacen como pompas de jabón.
A los pocos días de finalizar en Barcelona un Congreso Internacional sobre el Turismo Asiático llego al Aeropuerto de Madrid y me llevo la gran sorpresa de que desde ahora, para usar los carritos para el equipaje hay que pagar 1 €, pago que se realiza bien con monedas o con tarjeta de crédito.
Detalles “pequeños” como este del Aeropuerto de Madrid-Barajas, y que también se ha comenzado a aplicar en El Prat de Barcelona, son los que pueden tirar abajo o entorpecer las medidas y los discursos de buena voluntad que se anuncian cada vez que surge una “fiebre china”.
Esas “fiebres” con el mercado chino, acompañadas con frecuencia por verbos como “apostar”, “conquistar”, “descubrir” o “aterrizar”, se van enfriando en el camino precisamente por la falta de atención a esos detalles en teoría “insignificantes”.
Se pretende que los turistas chinos de alto poder adquisitivo viajen a España, consuman y compren productos caros y ya se empieza a hablar de cifras mareantes en cuanto al posible número de turistas que puede venir y el dinero que se pueden dejar en España.
Y sin embargo lo primero que se encuentra ese turista al llegar a Madrid es que tiene que conseguir una moneda de 1 € (vaya usted a saber dónde) o utilizar una tarjeta de crédito que o bien no tiene (cualquier persona con un mínimo conocimiento de China sabe que su población se mueve con grandes cantidades de efectivo cuando sale del país o tienen tarjetas que no son aceptadas universalmente). Incluso, aunque tuviese esa moneda, la impresión que se va a llevar no creo que sea la más positiva.
Esto, si antes no ha tenido la desagradable experiencia de salir del avión de Air China y encontrarse con efectivos policiales que prácticamente en la puerta del avión se dedican a pedir la documentación de todo aquel que tenga una cara asiática.
SI en estos momentos el turista chino viene a España se debe, en gran medida, a los esfuerzos e iniciativas tomadas por empresas chinas. Esto es así en la aviación, donde Air China es la única línea aérea que une sin escalas las capitales de los dos países (ya van a inaugurar su quinto vuelo semanal); y lo es también en el sector de las Agencias de Viaje chinas establecidas en España y Europa en general y que se encargan de organizar para los turistas de su país programas “a medida” que incluyen alojamiento, comidas, visitas, compras y ocio acorde a los gustos y costumbres chinas.
Es verdad que hay buenas intenciones y mucho trabajo y esfuerzo en España por parte de las administraciones y muchas empresas involucradas en el sector. Sin embargo, mucho de ese esfuerzo puede resultar inútil si no se tienen en cuenta esos detalles en teoría “insignificantes” y si, aparte de una estrategia, no se trabaja a fondo en las tácticas a emplear.
Publicado originalmente en Global Asia
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